jueves, 11 de octubre de 2012

Estoy de Vuelta 15


El Cielo. El Paraíso. El Edén. Da igual como quieras llamarlo. Existe. Pero, a pesar de su fama, no es perfecto del todo.

Hay veces que los ángeles y los arcángeles no terminan de comprender los designios superiores.

-¡Arcángel Doradiel! ¡Arcángel Doradiel! -gritaba el querubín mientras volaba lo más rápido que sus pequeñas alas le permitían.
-¿Qué ocurre, pequeño? -preguntó el arcángel mientras se incorporaba.
-El demonio en proceso de arrepentimiento llamado Canael que guardaba el cementerio maldito número trescientos quince ha abandonado su puesto en compañía de dos zombis, un fantasma, un cadáver incorrupto y una calavera parlante.

Doradiel observó con detenimiento al querubín.
-Es algo sorprendente -musitó-. Un ángel en estado de embriaguez. Verdaderamente sorprendente.
-No estoy borracho, arcángel Doradiel -contestó conteniéndose el querubín, completamente rojo-. Puede comprobarlo usted mismo.

El arcángel desplegó sus enormes alas mientras se volvía para echar un vistazo a una pequeña ciudad del pequeño planeta Tierra. E incluso las plumas de las alas se le pusieron de punta.
-Lo veo y no lo creo... ¡el pequeño tenía razón! Pero, ¿cómo ha podido Dios permitir tal aberración?
-¿Qué hacemos, arcángel Doradiel? -preguntó el querubín-. Podríamos pedirle a algún ángel exterminador que se ocupe de ellos…
-No, no… Eso sólo funciona contra los malvados y contra algunos papas. Lo cual no sabemos si… Pequeño, lo primero, comprobaremos la pureza de sus corazones -respondió Doradiel-. ¿Te acuerdas de la anciana Felisa, que tantas buenas obras nos ha dedicado?
-¿Esa buena mujer que sólo tenía miedo a morir sola?
-La misma -asintió el arcángel-. Ahora padece demencia senil y estaba previsto que muriera esta misma noche. Sácala del sucio asilo en el que se encuentra y procura que la encuentren.
-Sí, arcángel Doradiel.
-Una cosa más -pidió el arcángel, mientras observaba con detenimiento a los seis fugados.
-¿Sí, arcángel Doradiel?
-Procura que la anciana Felisa tenga a mano una lata de paté.
-¿Cómo dice, arcángel Doradiel?
-Haz lo que te digo.

Y el querubín se alejó volando, dejando a un arcángel visiblemente pensativo y preocupado.

Nota del autor: El autor deniega toda responsabilidad ultraterrena. Sí es cierto, sin embargo, que escenas tan esperpénticas como la anterior se producen debido a que el cielo se está llenando de burócratas. El misterio esta ahí, empero. ¿El Cielo se está llenando de burócratas porque la mayoría de burócratas que se mueren van al Cielo? Si el fin último de la burocracia es el de joder la existencia a los desgraciados no burócratas que por los avatares del destino han de enfrentarse a ella... ¿significa ésto que la burocracia ya no es pecado? ¿No entendería Moisés mal los mandamientos? Porque si los pensamientos impuros son pecado pero la burocracia no, es que el mundo está mal hecho. Mal hecho a propósito, naturalmente, porque si Dios es perfecto no puede hacer nada mal a no ser que lo haga a propósito. Arcángeles sospechosamente burócratas, diez mandamientos que necesitan de intermediarios entre el Cielo y la tierra, hacer las cosas mal a propósito... ¿no será que Dios es un burócrata? La respuesta sería no, porque es perfecto, pero... ¿y si resulta que es un perfecto burócrata?

Mejor dejo estas chorradas, porque parezco ya un enamorado, y seguimos con la historia…

Bueno, con un continuará...

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